Podríamos pensar que la doma de un caballo es fácil y sencilla, ya que casi siempre los jinetes suelen comprar caballos ya "hechos", es decir, enseñados por otra persona. Pero la realidad es otra. La correcta doma de un caballo es extremadamente complicada, requiere de mucha paciencia y, en ocasiones, según el carácter del caballo, de mucho valor. Este período de aprendizaje comienza cuando el ejemplar es tan solo un potro, con ejercicios pie a tierra y de confianza  para, más tarde, introducirle en el trabajo, poco a poco, siguiendo una escala de entrenamiento constante y progresiva. Es preferible que el caballo aprenda muy poco a poco pero correctamente cada uno de los aires o ejercicios que le inculquemos, antes de que aprenda rápido y mal.

Iniciación a la doma clásica de un potro de la Yeguada Susaeta. (Fuente: Yeguada Susaeta)
Iniciación a la doma clásica de un potro de la Yeguada Susaeta. (Fuente: Yeguada Susaeta)

Los primeros pasos

Cuando un ejemplar nace, tarda unos meses en poder separarse de su madre. En los inicios es muy importante dejar a madre e hijo el espacio y libertad que necesitan: soltarles a algún prado, dejarles solos bastante a menudo, etc. El primer paso que debemos seguir es el acercamiento con nuestro pequeño ejemplar. Al principio, los potros ven a los humanos como amenazas, ya que desconfían de todo ser vivo que no sea su propia madre. Es por ello que primero es importante ganarnos la confianza de la madre para poder acercarnos a su pequeño, ya que si no le damos confianza, jamás nos dejará acercarnos a él. 

Mañosa y su potro recién nacido. (Fuente: Hípica El Venero)
Mañosa y su potro recién nacido. (Fuente: Hípica El Venero)

Cuando hayamos conseguido acercarnos al potro, el siguiente paso será ponerle una cabezada de cuadra con un ramal corto para que se vaya acostumbrando a ello. Recordemos que este utensilio será muy usado a la hora de desplazar a cualquier caballo pie a tierra, sacarle de la cuadra o atarle mientras le preparamos para el trabajo, por lo que es vital que el potro vaya adquiriendo el hábito de llevarlo puesto. Al principio, hará movimientos con la cabeza debido a la incomodidad que le supone, pero poco a poco lo tomará como una rutina diaria, una parte de su equipamiento, y ni siquiera será consciente de que lo lleva puesto.

 

Cuando hemos pasado esta fase, llega el momento de cogerle y llevarle a la mano, es decir, que el jinete lleve del ramal al caballo para desplazarle en la dirección deseada. En el momento de ir a cogerle a la cuadra, tenemos que tener en cuenta que el caballo es un animal muy asustadizo. Por tanto, debemos avisar al caballo de nuestra llegada hablándole o con algún sonido para que no se sobresalte. 

El trabajo a la cuerda

Cuando el potro haya cumplido los dos años, estará preparado para iniciarse en el trabajo. Pero cuidado, iniciar a un caballo en el trabajo no significa que vayamos a iniciarlo en la monta, ya que su dorso probablemente aún no esté lo suficientemente fuerte o preparado para suportar el peso y los movimientos del jinete. Es por ello que el trabajo a la cuerda es muy importante.

 

Cuando trabajamos a un ejemplar de esta forma, conseguimos que adquiera fuerza y resistencia, cualidades muy importantes cuando llegue el momento de la monta. Al principio no le pondremos montura, solo la embocadura. Para iniciarle, esta embocadura ha de ser obligatoriamente filete. Tenemos que pensar que los potros


nunca han tenido un hierro en la boca y no debemos abusar de fuerza y presión en la boca sino todo lo contrario. Hemos de ser muy suaves y delicados a la hora de ejercer presión sobre la boca del caballo. A veces incluso, el trabajo a la cuerda puede realizarse sin embocadura, aunque sí es indispensable que se haga con una cabezada de cuero, bien equipada, para un mayor control sobre el ejemplar. 

 

Cuando empecemos las sesiones a la cuerda, debemos gestionar el tiempo. No podemos imponer una carga de trabajo muy grande al potro porque no está habituado a un ritmo de trabajo fuerte. Por ello, la primera sesión durará unos minutos, la siguiente un poco más, la tercera un pelín más y así sucesivamente. Al principio, nuestra misión será que aprenda a ir bien a la cuerda, a manejarse en círculos alrededor del jinete, por lo que el hecho de que se adapte a los distintos aires no será tan relevante. Poco a poco, iremos pidiendo al potro un ritmo más grande de trabajo, hasta finalmente llegar a la monta.

Momento de la monta

El potro Artilhero montado por Álvaro Martín Fuente. (Fuente: Topiberian)
El potro Artilhero montado por Álvaro Martín Fuente. (Fuente: Topiberian)

Cuando el caballo ha cogido la fuerza y resistencia necesarias se comienza a montarlo. Al montarse el jinete por primera vez en un caballo suele hacerse con éste parado y cogido a la cuerda. La iniciación a la doma siempre se hace a la cuerda, con un entrenador indicándonos cómo tenemos que actuar y corregir cada uno de los ejercicios que le pedimos. 

 

Tras superar la iniciación del binomio a la cuerda, pasaremos a la segunda fase: montar al caballo en pista. Es importante conseguir que el animal vaya lo más relajado posible, sin ejercer demasiada presión sobre la boca ni sobre las ayudas, entendiendo sus reacciones y sabiendo responder a ellas. Es una primera toma de contacto, por lo que no es un trabajo fácil. Tanto jinete como caballo han de irse haciendo poco a poco el uno a otro, y esto no es algo que se consiga en dos días. Lo primero es conseguir que el caballo realice correctamente los tres aires (paso, trote y galope), relajado, correcto y sin resistencia. Cuando estos movimientos estén ya inculcados dentro de la rutina del potro, pasaremos a la realización de ejercicios fáciles, que fomenten su elasticidad y su ritmo. Las cesiones a la pierna, círculos, diagonales, espaldas adentro y cabezas al muro son muy recomendables para esto. Una vez conseguido, pasaremos a los ejercicios más complicados aunque, cuando queramos inculcarle estos ejercicios, probablemente el potro será adulto.

 

La competiciones de doma clásica permiten la participación de potros desde los tres años, nunca antes. Exigen el uso de filete como embocadura y permiten el uso de fusta y espuelas, siempre a elección del jinete y según las necesidades del propio animal. El resto del equipamiento es igual que en las competiciones de caballos adultos, aunque las reprises son muy básicas, adaptándose a los niveles de los jóvenes ejemplares que se están introduciendo en el mundo del dressage y, por tanto, no pueden realizar los mismos ejercicios que los caballos adultos de Gran Premio.