El cuidado del caballo es fundamental para un correcto rendimiento en el trabajo, en su carácter y en su relación con el propio jinete. Tenemos que tener en mente que nuestro caballo es nuestro compañero y se merece toda nuestra atención, y es por ello que cuidar por su bienestar tiene que ser una responsabilidad y una obligación. La palabra cuidado, en este contexto, engloba desde la propia alimentación del equino, pasando por su limpieza, su correcto herraje, el cuidado y limpieza de su prado o su box, etc.  La  equitación tiene como base el bienestar del animal, y es por ello que los cuidados son el primer eslabón de cualquier disciplina.

Fuente: Fouganza
Fuente: Fouganza

Alimentación

"Somos lo que comemos" es una de las frases que más peso tiene dentro de la alimentación moderna. Cada persona necesita mantener una dieta en función de su edad, sexo, actividad... Lo mismo le ocurre al caballo. La raza y la edad son factores determinantes a la hora de establecer cuál debe de ser su correcta alimentación, así como tener en cuenta el tipo de trabajo que realiza.

El estómago del caballo es pequeño, en relación con su cuerpo. Está hecho para comer poca cantidad pero bastante a menudo.  Se trata de un animal herbívoro. Los principales alimentos que componen su dieta son forrajes, granos y derivados, además de suplementos proteicos y aditivos.

 

Un alimento esencial en la dieta del equino es el pasto, compuesto por el heno y la paja. El heno es el pasto común cuando se somete a un proceso de deshidratación. El heno de buena calidad se reconoce porque tiene un color verde intenso y brillante, es fresco y huele bien. Otro pasto relevante es la paja que, a diferencia del heno no tiene gran valor nutritivo. Sin embargo, se debe incluir en la dieta porque aporta la fibra que necesita. Con incorporarla en pequeñas cantidades es suficiente. Actúa como tranquilizante .

 

Dentro de la dieta encontramos también el grano o derivados, como la avena, la cebada y el maíz. La avena aporta mucha fibra y ayuda a evitar los cólicos, no necesita preparación y suele ser del gusto de los equinos, aunque debe tomarse en cantidades pequeñas y no abusar de su consumo. La cebada y el maíz son menos comunes. La cebada, se ha convertido en un alimento base de la dieta equina con el paso de los años. Aporta poca fibra y debe prepararse, ya que viene con cascarilla.  El maíz da mucha energía y almidón los ejemplares, aunque no aporta mucha fibra.

Limpieza

La limpieza es uno de los aspectos fundamentales en el cuidado del caballo. Es muy importante mantener unas atenciones esenciales tanto con él, como con su lugar de descanso, ya que de una correcta limpieza depende que no contraiga determinadas enfermedades. Es preciso ser riguroso con el aseo del caballo. El equipo de limpieza deberá ser exclusivo de cada equino y limpiado cada vez que se utilice. Deben limpiarse todas las zonas del cuerpo del ejemplar, aunque en las zonas delicadas se debe prestar más atención. Es fundamental duchar al caballo al menos las manos y pies tras las sesiones de trabajo.

La ducha es uno de los primeros pasos en la limpieza del caballo. La frecuencia de la ducha viene determinada pro el tipo de esfuerzo que realice. Si ha trabajado intensamente y suda en abundancia, lo primero es relajarlo para que sus constantes se normalicen. Si el caballo no realiza entrenamientos intensos que no exijan una ducha diaria, si hay que tener en cuenta que al menos el cepillado debe ser diario.

 

Atendiendo precisamente al cepillado, constituye el aseo diario del caballo. Saltan a la vista las numerosas ventajas del masaje que recibe un caballo durante el mismo. Vitalidad, pelo brillante, buena circulación... Cuando falta o se cuida su práctica, aparece la comezón y el caballo  muestra un aspecto descuidado.  Además,  el cepillado elimina algunas bacterias que se pueden acumular en el pelo del caballo, satisfaciendo, por tanto, a su salud.

 

Dentro del cepillado, encontramos un proceso u orden fijo. Primero, se comienza con la rasqueta de goma para quitar la suciedad más evidente  y superficial. Esta suciedad se quita mediante movimientos circulares. Tras la rasqueta, pasamos al uso de la bruza, con movimientos en la misma dirección del pelo, para una mejor limpieza del polvo. Tras limpiar el cuerpo del caballo, se pasa a la limpieza de la crin y la cola. Primero se vuelve a usar la bruza para retirar la viruta, paja y otros elementos que quedan enganchados. Después, con la rasqueta de goma, especial para estas zonas, se desenreda el pelo. Y por último, se peina con cuidado, especialmente en aquellas razas de poco pelo quebradizo. Finalmente, se limpian los ojos y los ollares con una esponja.

 

La limpieza de los cascos es muy relevante, ya que es una zona muy propensa a las infecciones y, en caso de poseer algún problema, posiblemente el caballo no podrá sostenerse en pie. El escarbacascos es la herramienta usada para la limpieza de este lugar. Es indispensable la limpieza diaria de los cascos, pero es aún más esencial cuando se acaba un trabajo o un entrenamiento. Se debe hacer con mucho cuidado para no lastimar al caballo ni a nosotros mismos. Se levanta la mano o el pie, se apoya sobre los muslos del jinete y se retira la suciedad con el escarbacascos, siempre comenzando desde el talón. 

 

Herraje

El herraje es el arte de "calzar" al caballo. Las herraduras son trozos de metal que tienen forma de de semicírculo y que se sujetan a los cascos de los caballos para protegerlos. Cada ejemplar necesita un tipo de herraje diferente, según cual sea su función. Hay que tener en cuenta que que el beneficio de usarlas es mucho mayor que de no usarla, ya que evita que el casco se desgaste en exceso, al tiempo que está protegiendo al caballo de posibles lesiones.

Existen dos técnicas para herrar a un caballo: en caliente (con fuego) y en frío. Si se opta por el primer sistema es necesario estar junto a fragua para calentar la herradura al rojo. La ventaja es que se ajusta perfectamente al casco, y el inconveniente principal, que el calor provoca que el casco se reseque. En cambio, la técnica en frío no necesita fragua, pero tiene el inconveniente de que la herradura no se ajusta tanto a los cascos del caballo. Otras variantes siguen las diferentes escuelas de herraje; y la principal diferencia reside en el tipo de utillaje que se emplea. Mientras la escuela inglesa opta por la cuchilla inglesa para recortar el casco, la española y la francesa prefieren emplear un pujavante como instrumento para trabajar los cascos del equino.

 

En cuanto al proceso, primero se quita la herradura vieja. Tras esto se prepara el casco recortándolo en caso necesario y aplicarle las pomadas o tratamientos oportunos. Después se ajusta la herradura al casco, modificando su justura mediante el martillo de forjar y el junque. Es importante, tras esto, ajustar la herradura a los callos con un cincel. Cuando ya está centrada y adaptada, se escoge el tipo de clavo adecuado y se introducen con el martillo a través de las claveras, teniendo en cuenta que los clavos no tienen que ser ni muy cortos ni muy largos. Tenemos que fijarnos en si la curvatura de los clavos va por el lado externo del casco o se podría herir al animal. Por último, las puntas de los clavos que sobresalen de la muralla se roblan para que queden más firmes y finalmente se liman.