Una de las mejores maneras de conocer a un caballo es durante su cuidado, ya que es el momento donde el caballo empieza a vernos como aliados y no como enemigos. Mientras lo cepillados, le limpiamos los cascos o le desenredamos la cola, le hablamos suavemente. Es por

ello que los expertos en equitación aconsejan cada vez más a los jinetes que sean ellos mismos los que se encarguen del cuidado de sus ejemplares, afianzando así la confianza entre el jinete y el animal. Es así donde favorecemos ese contacto íntimo que facilita la perfección del "binomio". Tener el estómago lleno, sentirse limpio, aseado y cuidado, y disponer de un lugar confortable donde echar una cabezadita es todo lo que pide un caballo para ser feliz, siempre y cuando tenga un dueño al lado que le ceda toda su atención y cariño.

 

Además del cuidado directo del caballo, el mantenimiento y buen trato de las instalaciones en las que se encuentra es vital. El cambio diario de la cama del equino o el pintar las cuadras al menos una vez al año son cuidados básicos que se convierten indirectamente en un factor importante en el bienestar de nuestro propio compañero.

 

Con respecto a lo anterior debemos recordar que la equitación es un deporte donde el caballo no es solo una herramienta de trabajo, sino que es nuestro compañero, un ser vivo con el que podemos perfectamente entablar una relación de confianza e incluso de amistad. Cuanto más en libertad dejemos a nuestro caballo mejor funcionará durante el trabajo y mejor reaccionará a nuestras órdenes o exigencias. Es muy aconsejable premiar durante los entrenamientos a nuestro caballo cuando realice aquello que le mandemos correctamente, ya que el animal aprende más y mejor mediante premios que por castigos.

 

Muchos entrenadores de doma clásica aconsejan a sus alumnos que compaginen la equitación con otros deportes como la natación o el gimnasio para coger más fuerza en abdominales, piernas y espalda. Todas estas zonas anteriormente mencionadas son las más ejercitadas y las que más peso tienen en la doma clásica. Al ejercitarlas mejoramos en un grandísimo grado nuestro nivel de monta y, además, previene caídas u otros contratiempos. Estos son la clave de la equitación, prácticamente de cualquier disciplina pero especialmente en el dressage, ya que, recordemos, siempre vamos sentados, por lo que, sobre todo los abdominales y espalda sufren más que en otros deportes.

Otro de los consejos importantes con respecto a la equitación es que la doma de un caballo empieza desde la base. No podemos pretender inculcar y enseñar ejercicios de primer nivel a un caballo sin antes haber pasado por lo básico. Lo ideal es que la primera toma de contacto con el caballo sea pie a tierra y no en la monta, para que él nos considere su aliado y que nosotros podamos conocer su carácter, sus virtudes y sus defectos. Tras esto, especialmente en el caso de los potros, el trabajo a la cuerda es vital para que el caballo coja el ritmo de trabajo, fuerza y resistencia. 


Disciplina y cabeza

Es importante que a la hora de domar un ejemplar debemos hacerlo con cabeza y con conocimientos suficientes. Recordemos que es un ser vivo, no un juguete. Lo ideal para cumplir esto es seguir la escala de entrenamiento.

Responsabilidad

Un caballo es un gran regalo, pero también una gran responsabilidad. Es por ello que quien sea propietario de un ejemplar debe de ser consciente de todos los cuidados que conlleva esto y responder debidamente a todas sus necesidades.

Paciencia

A la hora de montar a caballo, esta cualidad es indispensable. No se consiguen los objetivos de un binomio en dos días, sino que conlleva mucho trabajo y constancia. Intentar conseguir llegar al primer nivel sin pasar por los básicos es imposible.